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El mayor milagro que existe en ajedrez
¿Cuál es el mayor milagro que existe en ajedrez?

El mayor milagro que existe en ajedrez

Gserper
| 184 | Tácticas

El ahogado es el mayor milagro que existe en ajedrez—pues bien, ya lo he dicho. Puede que estés en desacuerdo conmigo y que tengas decenas de ejemplos diferentes en los que se produce magia en el tablero y probablemente lleves también razón. Sin embargo, cada uno de nosotros tenemos nuestras propias definiciones de la belleza y de la magia.

Sin duda, cuando ves una de esas partidas del GM Mikhail Tal en las que sacrificaba un millón de piezas y ganaba en brillante estilo, la experiencia es mágica. Pero para ser sincero, el hecho de que todas las piezas del Mago de Riga acecharan peligrosamente al rey enemigo hace que el mate no sea algo inesperado ni mucho menos lo que podría considerarse un milagro.

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Mikhail Tal pasó a la historia por sus partidas llenas de magia. Foto: Ron Kroon/Archivos Nacionales de los Países Bajos, CC.

Por el contrario, el ahogado es algo completamente diferente. Su principal factor diferencial es que en la mayoría de casos se produce de forma completamente inesperada. ¿Acaso alguien puede olvidarse de esta famosa partida?

Si nos paramos a pensar, resulta sencillo comprender cómo el GM Alexander Beliavsky omitió esta posibilidad de ahogado. Estamos acostumbrados a ver este recurso en posiciones en las que el bando defensor cuenta únicamente con un rey solitario o tal vez con un par de peones bloqueados, ¡pero en esta partida el GM Larry Christiansen todavía disponía de casi la mitad de su ejército cuando inició la combinación!

No obstante, no todo el mundo es partidario de que exista esta regla en ajedrez. De hecho, el GM Nigel Short no tuvo reparo en señalar en una ocasión que el ahogado le parecía una "regla estúpida".

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Nigel Short cree que el ahogado es una "regla estúpida". Foto: steenslag, CC.

Es cierto que no es la regla más lógica del mundo. Imagínate una guerra real en la que el comandante en jefe de un bando ha perdido a casi todo su ejército. Se encuentra completamente rodeado por el enemigo y no puede dar ni un paso más. Entonces, para la guerra y declara el empate.

Sin embargo, no creo que esta analogía sea válida. Como entrenador, considero que el mayor beneficio del ajedrez reside en su valor educativo. ¿Qué podemos aprender de las guerras de verdad? Básicamente solo una cosa: que no deberían existir. No hay vencedores ni vencidos en ellas, puesto que todo el mundo pierde, si bien en diferente medida. Pero ahora veamos lo que podemos aprender del recurso del ahogado en ajedrez.

1) No se acaba hasta que se acaba.

Existen muchas versiones de esta famosa cita del jugador de beisbol estadounidense Yogi Berra, que también aparece en una canción de Lenny Kravitz, pero todas ellas significan lo mismo: no debes asumir que has logrado tu objetivo hasta que la contienda haya llegado a su fin.

En mis clases me gusta poner posiciones como la siguiente a mis alumnos menos experimentados y acto seguido les pregunto cuál es el mayor peligro al que pueden enfrentarse las blancas.

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¿Cuál es el único peligro al que pueden enfrentarse las blancas en una posición de este tipo?

Entonces les explico que las blancas pueden colgarse la dama, las dos torres, los dos caballos y la mitad de los peones y aún así ganar la partida. Es decir, 5 o 6 fallos graves no cambiarían el signo del encuentro, a no ser que cometas el error de ahogar a tu oponente– en ese caso habrás tirado por la borda toda tu ventaja y el juego se acabará de inmediato. Tras escuchar esto, mis alumnos asienten con convicción, pero en su siguiente partida hacen algo como lo siguiente: 

¡Errores dolorosos como estos enseñan a los jugadores principiantes que deben mantener la concentración hasta que la partida se termina!

2) ¡No seas arrogante!

A veces, los ajedrecistas consiguen una posición completamente ganadora y entonces, en lugar de optar por dar un mate rápido, empiezan a marear la perdiz. Por ejemplo, deciden que quieren dar jaque mate en una casilla en concreto. O tal vez se decantan por coronar todos sus peones antes de poner fin a la lucha. Solo en algunos casos muy concretos puede tener sentido un procedimiento de este tipo. Tomemos como referencia las siguientes partidas del GM Hikaru Nakamura:

Existen dos razones por las que aplaudo a Nakamura por el espectáculo ofrecido:

1) Había cientos o más bien miles de personas siguiendo estas partidas en directo, así que te puedes imaginar el rato tan divertido que pasaron viendo algo semejante.

2) Nakamura se enfrentaba en ambos casos a computadoras, ¡así que de ningún modo pudieron sentirse humilladas!

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Los ejemplos anteriores de Hikaru Nakamura son excepciones a la regla. Foto: Maria Emelianova/Chess.com.

Puesto que estás leyendo este artículo, es posible que no seas un súper Gran Maestro, así que por favor, no intentes imitar a Nakamura en tus propias partidas. Sin embargo, si decides hacer algo parecido en el próximo torneo que juegues, recuerda que además de ser una conducta poco ética, puedes poner en peligro la victoria.

Eso fue exactamente lo que sucedió en una partida disputada en un evento escolar que presencié hace bastantes años. Las blancas disponían de casi todo su ejército contra un rey solitario del adversario, así que asumiendo que no había ningún riesgo de que las cosas salieran mal, decidieron evitar dar jaque mate en numerosas ocasiones. Su plan era coronar primero todos sus peones. Las últimas jugadas del duelo fueron las siguientes:

Como se aprecia, ¡el ahogado también puede enseñar el valor de la humildad!

3) ¡Nunca te rindas!

Existe mucha gente que ha empezado a jugar al ajedrez después de ver la exitosa miniserie de Netflix "Gambito de Dama". Si a ti también te gustó, recordarás sin duda una de las lecciones que el Sr. Shaibel le enseñó a la joven Beth. Todo surge de la posición clave que presentamos a continuación:

En este momento, Beth intentó hacer su próxima jugada, pero el Sr. Shaibel paró el juego de inmediato y dijo "Debes abandonar ahora. Cuando pierdes la dama de esa forma, ¡tienes que abandonar!"

Con todo el respeto al personaje de ficción del Sr. Shaibel, creo que se equivoca en muchos sentidos. 

Para empezar, esta no es forma de hablar a una niña huérfana de ocho años que ya ha tenido muchos problemas en la vida a pesar de su corta edad. Segundo, el consejo no tiene razón de ser desde un punto de vista puramente ajedrecístico. Ya di mi opinión en un artículo anterior. La siguiente partida de esa publicación demuestra que la afirmación del Sr. Shaibel está alejada de la verdad:

Como puedes ver, mi alumno, que tenía en ese momento la misma edad de Beth, perdió la dama a cambio de un solo peón, así que su situación era aún peor que la de la protagonista de Gambito de Dama, que capturó al menos un alfil adversario. Por suerte, mi alumno siguió luchando y al final pudo incluso ganar la partida. 

Sé que probablemente estés pensando: "Vaya, el GM Serper está poniendo en entredicho la opinión de un jugador principiante que ni siquiera existe. Además, ¿qué tiene eso que ver con el ahogado?" ¡Buena pregunta! El recurso del ahogado te enseña a no rendirte nunca y a pelear siempre hasta el final, porque aunque estés completamente perdido por material, ¡siempre existe una posibilidad!

El ejemplo que muestro a continuación pone de manifiesto la importancia de luchar hasta las últimas consecuencias. En esta partida, mi alumno, que contaba con una posición perdedora desde hacía un buen rato, se desconectó mentalmente y dejó escapar una bonita oportunidad de salvar medio punto. ¿Eres capaz de encontrarla?

Así es como acabó la partida en realidad:

¡Espero que compartas mi opinión de que el ahogado es el mayor milagro que existe en ajedrez!

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