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Errores psicológicos en ajedrez

Errores psicológicos en ajedrez

LuisFSiles
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Normalmente asociamos nuestras derrotas a malas jugadas, planes erróneos o descuidos inesperados, sin llegar al fondo de la cuestión: ¿qué provoca nuestros errores? Es fácil acabar pensando que los culpables son mi falta de práctica o mi bajo nivel, pero es quedarse en lo superficial. En este artículo vamos a tratar de analizar las razones que en muchos casos nos llevan a tomar decisiones erróneas.

Básicamente destacaría dos estados que no suelen favorecer la toma correcta de decisiones:

  1. Exceso de confianza
  2. Falta de confianza

Ambas son cuestiones puramente psicológicas que nos hacen perder la objetividad. Tan peligrosa es una como la otra. Paradójicamente, a veces estados anímicos opuestos nos llevan a cometer el mismo tipo de errores. Lo entenderemos mejor más adelante.

En el siguiente vídeo analizo las consecuencias que suelen tener en el tablero estos dos estados, que también desarrollo durante el presente artículo.

Exceso de confianza

Nos aleja de la realidad haciéndonos creer que nosotros somos más fuertes de lo que realmente somos o que nuestros rivales son inferiores a lo que realmente son. Cualquier pérdida de la objetividad, sea en la dirección que sea, no es positiva.

ajedrez mono
Cualquier rival puede ponérnoslo difícil

Algunos de los errores típicos que se producen por el exceso de confianza son:

Veamos en detalle cada punto.

Jugar cualquier apertura

"¿Para que voy a utilizar mi repertorio habitual cuando soy capaz de ganar con cualquier cosa... " Esta parece ser la consigna que lleva a algunos a alejarse de su repertorio de aperturas habitual y jugar líneas de aperturas que no conocen. Entiendo que cuando toman una decisión así prefieren no mostrar sus aperturas, como si al hacerlo las "malgastaran" contra un rival inferior y otros oponentes más fuertes pudieran tomar nota y prepararse contra ellas en el futuro.

Sin embargo, entrar en variantes desconocidas puede tener dos grandes problemas. Por una parte andaremos "a ciegas" por un terreno desconocido que podría esconder algunas sorpresas desagradables. Por otro lado, nuestro rival podría conocer bien ese territorio en el que nos adentramos para evitar las posiciones que conocemos. 

A veces puede salir bien, pero no es una opción especialmente recomendable.

Jugar gambitos dudosos y buscar trucos de aperturas poco recomendables

El exceso de confianza puede llevar a buscar una victoria muy rápida, casi inmediata. No solo quieres ganar, sino que además quieres hacerlo rápido. No buscas un triunfo elaborado, sino un mate fugaz. Así que nada mejor que algún gambito dudoso que contenga más de un truco en el que nuestro rival pueda caer. En esos momentos no valoras los riesgos que vas a correr. Tal vez eres consciente de que con juego correcto tu oponente podría alcanzar una posición mejor o incluso ganada... pero ves esa posibilidad tan lejana, que no quieres tenerla en cuenta.

El problema de muchos gambitos es que o bien contienen una refutación clara que nuestro rival podría conocer, o al menos tienen algún camino con el que nuestro oponente puede alcanzar una mejor posición. ¿Realmente es recomendable correr ese riesgo?

Pongamos como ejemplo la siguiente celada conocida:

La búsqueda de este mate ha llevado a muchos jugadores a intentar este conocido truco. Y aunque no existe una refutación contundente tras la que el blanco gane la partida, lo cierto es que el primer jugador puede obtener una posición ventajosa mediante 4.xd4 ó 4.c3.

Jugar muy rápido

Del mismo modo en que algunos buscan una victoria rápida a base de gambitos dudosos o buscando trucos y celadas no demasiado buenos, otros sencillamente juegan a toda velocidad para acabar cuanto antes. Sienten que la partida es un mero trámite, así que... ¿para qué esforzarse?

No hace falta jurar que de este modo tenemos muchas más probabilidades de cometer errores y que la competición en ajedrez debe estar ligada a un esfuerzo deportivo que nos lleve hacia las mejores jugadas posibles.

Está claro que nunca estamos a salvo de cometer errores, pero caer en ellos por evitar el esfuerzo y no gastar tiempo es casi ridículo.

Falta de concentración

En los torneos es habitual ver como los jugadores se levantan a relajarse un poco cuando el adversario está pensando. Parece normal hacer esto de vez en cuando, pero a veces observamos que hay jugadores que se pasan prácticamente toda la partida levantados. No suele ser una señal de concentración.

Esto tiene mucho que ver con el punto anterior. Lo que ocurre es que algunos no solamente juegan rápido, como veíamos antes, sino que ni tan siquiera están 100% concentrados en su partida. Se levantan continuamente, parecen estar más pendientes de otras partidas que se disputan en el torneo que de la suya propia, aprovechan cualquier ocasión para prestar atención a cualquier cosa...

Curiosamente, cuando esta actitud los lleva a cometer un gran error, se sientan, se concentran, gastan mucho tiempo en buscar soluciones...

No preparar las partidas durante la competición

El jugador de torneos debe entender por qué el ajedrez es un deporte. La energía que se gasta durante la competición es enorme. El esfuerzo de un verdadero deportista no se limita a la partida. Un buen deportista prepara las partidas, trabajando sobre las aperturas de su rival, si las conoce, antes de la partida o analizando las partidas disputadas una vez que terminan, para aprender de los errores cometidos.

Algunos preparan solo cuando se tienen que enfrentar a rivales fuertes lo que puede facilitar que nuestros no tan temidos rivales nos den más de una sorpresa

ajedrez
El exceso o falta de confianza nos hacen perder la objetividad

Forzar posiciones de tablas

El exceso de confianza puede provocar que no nos conformemos con el empate en situaciones en donde sería lo más recomendable. No hablo de aceptar o no una oferta de tablas, sino de tratar de forzar una posición de tablas asumiendo grandes riesgos que nos pueden llevar a la derrota.

Lo más profesional en ajedrez es realizar siempre la que consideremos la mejor jugada. Las jugadas especulativas que solo pueden tener éxito ante un error de bulto de nuestro rival no suelen ser una buena estrategia.

Falta de confianza

La falta de confianza nos hace ver a nuestros rivales mucho más fuertes de lo que son y nos hace sentirnos más débiles de los que somos. Nos puede hacer creer que somos capaces de cometer los errores más burdos. Y es el miedo, en realidad, el que nos lleva a cometerlos. Pero hay que tenerlo claro: la falta de confianza nos provoca miedo, tanto a nuestros oponentes como a nosotros mismos. ¿O es al revés? ¿Es el miedo el que provoca la falta de confianza?

Este estado también nos hace perder la objetividad y nos puede llevar a tomar decisiones o actitudes erróneas, entre las que destacaría las siguientes:

Evitar tus aperturas

¡La paradoja está servida! Doble paradoja, me atrevería a decir. Porque por una parte resulta curioso que el exceso de confianza nos lleve a cometer el mismo error que la falta de confianza (ver el primer punto del apartado sobre el exceso de confianza). Y por otro lado también es llamativo que la falta de confianza nos empuje hacia un terreno desconocido que es el que en realidad deberíamos temer.

Pero lo he visto muchas veces: jugadores que ante un rival que consideran superior dejan de jugar sus aperturas habituales, en muchos casos para evitar una preparación. Quizás algunos en el fondo están buscando una excusa ante la derrota.

ajedrez puzzle
El miedo puede convertir el tablero en un auténtico rompecabezas

Ofertas tempranas de tablas

La falta de confianza en nuestras posibilidades suele ser la razón por la que muchos jugadores ofrecen tablas muy pronto. Hoy en día muchos organizadores de torneos evitan esos empates prematuros incluyendo una regla que prohíbe la oferta de tablas antes de cierto número de jugadas. 

A veces he sido sorprendido por una oferta de tablas en la primera ronda, al comienzo de la partida, planteada por un rival teóricamente inferior. ¡Buen intento!

El GM Juan Manuel Bellón, varias veces campeón de España, se pone a sí mismo una regla que puede resultar bastante eficaz: nunca ofrece tablas. Y es que en muchas ocasiones nuestra mente nos lleva a estar pensando en cuándo podría ser un buen momento para ofrecer el empate, si nos aceptarán la oferta o no, cómo nos sentiremos si nos las rechazan, y otros muchos pensamientos que poco tienen que ver con la posición del tablero.

Ya comenté bastantes detalles acerca de todo esto en este otro vídeo de la serie "Reflexiones de Luisón".

En el Open Internacional de Navalmoral de la Mata, en el año 2009, me enfrenté al mítico GM sueco Ulf Andersson, que venía de hacer un par de tablas en pocos movimientos en sus partidas anteriores. A pesar de ser una leyenda y de los casi 300 puntos de elo que nos separaban, yo tenía la esperanza secreta de que mi oponente, quizás por falta de motivación, aceptara un empate en algún momento. Solo tenía que elegir el momento adecuado, pensaba yo. Y sentí que ese momento llegaba tras la jugada 28 de mi rival, con la que se llegó a esta posición.

El GM Andersson acababa de jugar 28... e8. Pensé que la posición estaba objetivamente igualada, lo cual era cierto. Había llegado el momento. Pero lo correcto es hacer una jugada, ofrecer las tablas y pulsar el reloj. Si ofreces tablas antes de mover tu rival puede esperar a ver tu jugada para contestar. Así que necesitaba encontrar una buena jugada con la que ofrecer las tablas. La partida continuó así.

Lo más curioso de toda la historia es que cuando le ofrecí tablas, en inglés, me respondió con un perfecto castellano "hoy tengo ganas de jugar".

Ofertas de tablas en posición superior

El miedo a cometer un error lleva a algunos jugadores a aceptar tablas (o incluso a pedirlas) en una posición superior (a veces ganada) contra rivales superiores. A veces lo describiría como el "síndrome de la titulitis" que sufren algunos aficionados o jugadores de club, que cuando se enfrentan a un maestro no se ven capaces de rematar la faena tras conseguir una posición muy buena. 

Creo que nos ha pasado a todos: el experimentado maestro te ofrece tablas y todos los miedos te invaden. Al principio de la partida conseguir el empate sonaba como un sueño, así que por qué no aceptar las tablas ahora, aunque tengas la partida ganada. Si rechazas las tablas y acabas perdiendo la partida siempre te arrepentirás de haber desaprovechado esa oportunidad única...

Mi consejo: recuerda que no te sentirás mejor aceptando tablas en una posición ganada. Te quedará ese sabor agrio de haber sido voluntariamente "timado". Si rechazas las tablas, incluso aunque acabes perdiendo sabrás que has hecho lo correcto.

Jugar muy lento

Es uno de los más claros reflejos de la falta de confianza. Esa sensación de que puedes haber pasado por alto alguna jugada importante, de que las variantes que has calculado podrían no ser correctas, de que algún error no ha sido apreciado en alguna de las líneas analizadas... Así que el jugador repasa una y otra vez las mismas variantes, trata de llegar más lejos, y el reloj corre y corre.

Solo el entrenamiento frecuente te puede dar más confianza en tu cálculo para que no ocurra esto y, sobre todo, para evitar caer por ello en apuros de tiempo.

Por cierto que ya hemos hablado anteriormente de cómo evitar los apuros de tiempo.

rey ajedrez
Siempre hay tiempo para abandonar

Abandono prematuro

Nadie gana una partida abandonándola  Pero es cierto que a veces uno puede sentirse un poco ridículo jugando y jugando en una posición totalmente perdida. Sea como sea, cada jugador debe gestionar ese tema según sus propias ideas y principios, abandonando cuando lo considere oportuno y no cuando crea que los demás lo estipulan correcto.

Pero sí que llama la atención como algunos jugadores abandonan muy pronto cuando juegan con rivales que consideran muy fuertes. viene a ser como una señal de respeto. ¡Cuidado con esos abandonos! Hay más de un caso de jugadores que abandonan en posiciones incluso ganadas.

En el Magistral de León de 2018 ocurrió un ejemplo muy sonado de abandono prematuro. Aunque no creo que esto ocurriera por falta de confianza, sino que fue un simple despiste, sí que me parece un buen ejemplo de lo importante que es revisar bien la posición antes de abandonar.

Con blancas el GM Paco Vallejo y con negras el GM Jaime Santos.

Las blancas jugaron 68.h8+ y las negras abandonaron. Sin embargo, tras 68... xh8 las negras ganaban la partida. Paco Vallejo tuvo alucinaciones y Jaime Santos se las creyó.

Decisiones poco objetivas

¿A qué me refiero con esto? A jugadores que basan sus decisiones, contra determinados rivales a los que temen, en cuestiones que nada tienen que ver con lo que ocurre en el tablero. Contra determinados rivales buscando cambios de piezos (porque el rival es un jugador de ataque y así no se lanzará contra nuestro rey), contra otros evitando finales (porque el rival tiene una depuradísima técnica) contra otros evitando cualquier tipo de debilidad en la estructura de peones (porque el oponente es un gran estratega)... En fin, tomando decisiones que no siempre están determinadas por una correcta valoración de lo que ocurre en el tablero.

Y no digo que no se puedan tener en cuenta detalles acerca de las características de nuestros rivales. Por supuesto eso puede ser útil. Pero la mayoría de decisiones que hay que tomar en la partida de ajedrez no pueden tener en cuenta esos detalles. Entiendo que un jugador prepare ciertas aperturas para jugar contra determinados ajedrecistas, por ejemplo. Pero la mayoría de las veces no podemos elegir una jugada dependiendo de a quién tenemos sentado enfrente.

Actitudes poco deportivas

¿Qué es lo que lleva a algunos jugadores a comportarse de manera incorrecta en las partidas? Mirar fijamente a los ojos del rival, tratando de desconcentrarlo, llegar tarde a la partida para poner nervioso al oponente, muecas, sonidos y un largo de etcétera de acciones poco deportivas que, por desgracia, resultan habituales en algunos jugadores.

Ya hablamos de todas estas cosas en el vídeo sobre mala educación en el tablero.

¿Por qué lo hacen? Por miedo y por inseguridad. Su falta de confianza los lleva a tratar de usar alguna artimaña para molestar al oponente. Lo cual significa que no se ven capaces de ganar con deportividad. Un gran complejo de inferioridad se esconde tras los jugadores antideportivos. ¡No te unas a ese grupo!

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