Jan-Krzysztof Duda: 'Cuando le gane a Magnus, sentiré que he llegado a lo más alto'
Jan-Krzysztof Duda, el jugador más joven del top 20 mundial, habla con David Cox sobre su experiencia en un reality show polaco, sus supersticiones o por qué no soporta que algunos jugadores no respeten el código de vestimenta en ajedrez.
Una nueva generación está empezando a abrirse paso en la élite del ajedrez. Con jugadores como Jan-Krzysztof Duda, Vladislav Artemiev, Wei Yi, y Alireza Firouzja entre los 30 mejores del mundo, la próxima década puede ser testigo de una oleada de jóvenes aspirantes a la corona mundial.
Duda lleva cosechando triunfos desde hace mucho tiempo. Ex campeón mundial juvenil, ganó más de 100 torneos antes incluso de cumplir los 18 años, obteniendo además una puntuación de 8.5/11 en el tablero dos en la Olimpiada de 2014. El pasado mes de diciembre, a la edad de 21, alcanzó su Elo máximo de 2758 tras llegar a la final del Grand Prix de Hamburgo.
En pocos días dará comienzo la segunda edición del Festival de Ajedrez de Praga. Duda parte como principal favorito en el Masters, un torneo de 10 jugadores disputado por sistema de todos contra todos con una media de Elo de 2708.
Los éxitos de Duda continúan siendo un motivo de orgullo para el ajedrez de su país, cuyo origen se remonta a Boleslao III, rey polaco del S.XII que se familiarizó con el noble juego a través de los caballeros templarios que regresaban de Jerusalén. Más recientemente, Polonia ha producido algunos de los mejores jugadores del S.XX. El más destacado fue sin duda Akiba Rubinstein, el cual estaba preparado para desafiar a Emanuel Lasker por el título de Campeón del Mundo en 1914 antes del estallido de la Primera Guerra Mundial. Duda, por su parte, confía en superar a la leyenda polaca.
La entrevista se realizó por vía telefónica y el texto ha sido editado por motivos de claridad o longitud.
Chess.com: Para comenzar, háblanos sobre la influencia de tu madre en tu carrera ajedrecística. Sabemos que desempeñó un papel decisivo a la hora de introducirte en el deporte de las 64 casillas.
Jan-Krzysztof Duda: Por desgracia, mi padre falleció cuando yo tenía tan solo dos años, por lo que mi madre tuvo que encargarse de mi educación a la vez que llevaba su propio negocio. Como quería descubrir si su hijo contaba con algún talento especial, con cinco años me apuntó a diferentes actividades, entre ellas natación, tenis de mesa, tenis, gimnasia, ajedrez y música. Me enamoré del ajedrez, tal vez debido a que ya desde niño era capaz de mantener la concentración durante largo rato. Siempre fui así, pudiendo llegar a entretenerme con un juguete muchas horas seguidas. Y cuando empecé a desplazarme para competir en diferentes torneos, mi madre tuvo la posibilidad de acompañarme gracias a su trabajo flexible. Hasta que cumplí los 18, viajó conmigo por todo el mundo. Realmente le debo mucho.
La extraña aparición de la madre de Duda en una retransmisión.
Este hecho es bastante frecuente entre jugadores de élite. Muchos de ellos se han beneficiado del apoyo de una figura paterna acompañándolos a torneos por todo el mundo. Tanto Magnus Carlsen como Fabiano Caruana contaron con la ayuda de sus padres, mientras que Wesley So aún sigue viajando con su madrastra Lotis. Puesto que el ajedrez puede llegar a ser bastante duro desde un punto de vista psicológico, ¿cuáles dirías que son las ventajas de contar ese apoyo?
Uno de las principales puntos a favor en mi caso es que no tenía que preocuparme de nada que no fuese el ajedrez. Podemos decir que mi madre cumplía también la función de mánager, de manera que se encargaba de buscar entrenadores, vuelos, todo. Yo me centraba exclusivamente en jugar al ajedrez. Además, ella sabía qué hacer exactamente cuando yo perdía una partida. A causa de mi juventud, no era capaz de asimilar una derrota. Reaccionaba de malas maneras, expresando mi frustración de forma física, por ejemplo saltando encima de la cama. ¡Algunos viejos amigos todavía me cuentan anécdotas sobre eso! Pero ella siempre supo cómo calmarme, antes de que madurara y dejara de hacer ese tipo de cosas.
La verdad que es bastante gracioso. Hemos oído que compaginas tu carrera ajedrecística con estudios en educación física. ¿Qué importancia tiene para un jugador de ajedrez mantenerse en forma?
Sí, en este momento estoy estudiando en la Academia de Educación Física de Cracovia, y gracias a eso tengo la oportunidad de trabajar con algunos de los mejores entrenadores físicos y especialistas deportivos, como por ejemplo el fisiólogo de la ex estrella de tenis polaca Agnieszka Radwanska. Sin esta ayuda sería un jugador más débil, puesto que me costaría mucho más lidiar con la tensión. Creo que los mejores jugadores del mundo tienen la obligación de mantenerse en forma. Magnus es un buen ejemplo de ello, pues es un chico muy deportista, y eso le fue de gran ayuda para mantenerse equilibrado en sus enfrentamientos por la corona mundial ante Anand, al cual se le vio más afectado. Es cierto que era mucho más joven que su oponente, pero considero que este es uno de los motivos principales que le llevaron a obtener una victoria relativamente cómoda.
¿Tienes alguna otra forma de manejar la presión?
Por lo general soy bastante supersticioso; de hecho, muchos ajedrecistas lo son. Si te digo la verdad, no creo en las supersticiones, ¡pero me gusta tenerlas por si acaso! Es por eso que antes tenía mi bolígrafo de la suerte y ahora tengo una camisa de la suerte. Por otra parte, ¡ganar muchas partidas seguidas puede suponer un problema! Por ejemplo, cuando gané el Campeonato de Polonia en 2018, empaté cuatro duelos consecutivos – a pesar de haber estado presionando en casi todos ellos fui incapaz de convertir la ventaja. Tras ganar mi primera partida, me impuse también en las tres siguientes, llevando en todas ellas la misma ropa. La peor parte fue que además empecé a repetir comidas. El día de mi primera victoria me había comido un filete, de ternera, así que a partir de ahí empecé a tomar dos diarios. Resultó bastante caro, ¡pero qué importa! Me encanta la carne igualmente.
Guau, eso son muchos filetes. ¿Algún otro vicio?
Normalmente duermo mucho o, en otras palabras, ¡gestiono bien mi descanso! Pienso que la mayoría de los ajedrecistas son noctámbulos, aunque no estoy seguro de por qué. De niño me iba a la cama muy temprano y también madrugaba mucho, pero ahora soy más eficiente por la noche. De hecho, durante el Grand Prix de Hamburgo me estaba despertando a las 11.30 y acostándome a las 2-3 de la madrugada. No obstante, esto puede suponer un problema, especialmente si la última ronda es por la mañana. Durante el Campeonato de Europa por Equipos en noviembre, la última partida se disputaba a las 10 de la mañana, ¡y yo tenía la esperanza de que el capitán no me alineara! Por desgracia lo hizo, así que tuve que enfrentarme a Dmitry Andreikin con las piezas negras. Estaba bastante adormilado, pero al final me las arreglé para empatar más o menos fácil. Por lo general, creo que mis resultados en las últimas rondas tienden a bajar un poco.
Hablando de camisas, siempre te vemos muy bien vestido. ¿Es algo a lo que le prestas mucha atención?
Justo lo contrario. De hecho, me sorprende oír eso. El código de vestimenta de la FIDE te obliga a llevar traje, y aunque en principio no me hacía mucha gracia, al final he acabado acostumbrándome. Aunque tengo que reconocer que detesto los escenarios en los que voy vestido con traje y mis oponentes no, ya que se están saltando las reglas. Me molesta bastante. Tal vez por eso perdí con Wesley So en el Grand Prix de Moscú, donde mi rival no llevaba una camisa apropiada. Además, Shakhriyar Mamedyarov vestía con pantalones vaqueros en Riga, ¡mientras que Jeffrey Xiong iba en camiseta en la Copa del Mundo! Soy el tipo de persona que sigue las normas, aunque no esté de acuerdo con ellas. Me parece una señal de profesionalidad.
Hablemos ahora del Grand Prix de Hamburgo, en el que alcanzaste la final, donde caíste ante Alexander Grischuk. En una entrevista después del torneo, el ruso comparó la experiencia de enfrentarse a ti con jugar contra una versión antigua de Fritz, una máquina que carecía de libro de aperturas pero que le acababa superando gradualmente.
Me gusta la comparación. ¡Grischuk siempre dice cosas ingeniosas! En realidad lleva razón, ya que mis aperturas en los desempates no fueron muy correctas. Básicamente, jugué cualquier cosa. Si hubiese jugado la apertura mejor, mis opciones de ganar el torneo habrían sido mucho mayores. Pero creo que la intuición es uno de mis puntos fuertes. Cuando era muy joven, estudié muchas partidas clásicas. Crecí con el libro 'Mis Geniales Predecesores' de Garry Kasparov, una auténtica biblia para cualquier ajedrecista, y creo que esa puede ser la razón por la que mi intuición está tan desarrollada. Sin embargo, no diría que mi cálculo es de los mejores.
Si no me equivoco, esa ha sido la final más importante que has disputado hasta la fecha. ¿Cómo fue la experiencia?
Bastante estresante, aunque debo reconocer que no esperaba llegar tan lejos. El hecho de enfrentarme a Grischuk fue algo desagradable, ya que previamente le había derrotado por un contundente 3-0 en partidas rápidas y blitz en el Grand Chess Tour. Era consciente de que no iba a imponerme tan fácilmente en esta ocasión, pero a la vez me resultaba algo agobiante saber que mi resultado particular contra él era tan bueno. La psicología es bastante curiosa. Estamos hablando de un gran jugador, aunque aún así creo que mi actuación podría haber sido mucho mejor, sobre todo tras ganar la primera partida. Pero no puede considerarse un desastre. Podía haber sido eliminado antes en el torneo, por ejemplo tras perder con blancas ante Daniil Dubov en la primera partida de los desempates en semifinales. Y es que en un sistema de muerte súbita puede pasar cualquier cosa.
Me consta que estabas nervioso por el hecho de tener que realizar esta entrevista en inglés. ¿Qué te preocupaba más, esta entrevista o tener que enfrentarte con Grischuk en la final del Grand Prix?
Jaja, ¡mi inglés es horrible! Es muy diferente del polaco, y eso lo hace difícil a veces. Lo he estudiado durante muchos años en el colegio, pero soy demasiado vago como para esforzarme por mejorarlo a diario. Mi viaje a St. Louis fue algo complicado. Pero todo es relativo. Por ejemplo, cuando hablo con jugadores chinos, no tengo la impresión de que mi inglés sea tan malo. Es divertido, ya que a veces acabo diciendo cosas en inglés que no tienen nada que ver con lo que está en mi mente. En una entrevista que concedí tras derrotar a Anish Giri el año pasado en el Speed Chess Championship de Chess.com. leí un artículo que incluía una cita mía que distaba bastante de lo que en realidad quería expresar. Me hizo bastante gracia.
Dejando de lado el tema del inglés, ¿acostumbran los ajedrecistas de élite a pasar tiempo juntos en los torneos o a comentar por ejemplo anécdotas sobre algo que han dicho otros jugadores han dicho en la conferencia de prensa?
La verdad es que no hablo mucho con ellos, más bien después de la partida, y en ese caso solo comentamos lo que ha sucedido en el tablero. Pero a veces me gusta ver entrevistas a otros jugadores, ¡ya que normalmente se desenvuelven bastante mal! Por lo general, tiendo a sobrestimar a los mejores jugadores en todos los ámbitos de la vida, así que ver que no son buenos en algo me sube la autoestima.
¿Por qué crees que tiendes a sobrestimarlos?
No lo sé. Siempre me ha pasado. Lees cosas sobre tipos como Magnus, que han pasado de los 2880, han ganado una gran cantidad de torneos consecutivos, y lo consideras una especie de dios. Lo cierto es que esto no ayuda, pues en algún momento tienes que enfrentarte a él, que además te está presionando con cada jugada. Nunca he podido derrotarle, pero creo que lo único que necesito es jugar más veces contra él. Cuando lo consiga, sentiré que he llegado a lo más alto. Básicamente, jugar contra Magnus es como hacerlo contra Leo Messi con un equipo de fútbol de la liga polaca. Pero sueño con ser como el delantero de mi país Robert Lewandowski, así que debo estar al nivel de Messi con mucha más frecuencia.
¿Quién es el rival que más intimida ante el tablero de todos los jugadores de élite?
Hay ajedrecistas que juegan particularmente bien o mal contra ti. Siempre me ha costado mucho enfrentarme a Wesley So. Por alguna razón, este jugador se me da bastante mal, y sin embargo he ganado algunas miniaturas contra él. Le infligí una aplastante victoria en una ocasión en tan solo 17 jugadas, mientras que el año pasado en el Grand Prix hincó la rodilla después de solo 25 movimientos. Pero si logra sobrevivir a la apertura, ¡es un oponente bastante desagradable!
La victoria de Duda en 25 jugadas contra So.
En el pasado también solía tenerle miedo a los jugadores chinos. Siempre jugaba mal contra ellos. Recuerdo enfrentarme a Wei Yi en el Campeonato del Mundo Sub-14. Mi posición era claramente ganadora y podía rematar en solo 2 o 3 jugadas, pero omití una combinación. Tras eso, llegamos a un final de damas en el que yo tenía dos peones de ventaja, y aún así no fui capaz de obtener la victoria. Mi rival se hizo con el triunfo final, convirtiéndose además en una superestrella en su país. Siempre me sentí responsable de que, gracias a mí, este chico pasó a ser un héroe nacional, mientras que en caso de haber salido derrotado podría haberse quedado en nada. Hay una gran cantidad de talentos en China.
Sea como fuere, todo esto cambió después de que la Federación China me invitase a jugar un torneo en ese país hace un par de años, en el que realicé buenas partidas contra todos los súper grandes maestros chinos. Me di cuenta entonces de que no soy diferente, y de que podía hacerlo mejor. Por otra parte, me gusta enfrentarme a los jugadores rusos, puesto que representan una especie de ‘cultura ajedrecística’ y cada partida es algo más que un simple duelo. Se trata de una experiencia que combina todos los elementos de nuestro juego – arte, ciencia y deporte, todo en uno.
Durante muchos años, Radosław Wojtaszek ha sido considerado el mejor jugador polaco. ¿Te ha ayudado de alguna forma en tu ascensión ajedrecística?
Cuando era más joven, la Federación Polaca de ajedrez puso en marcha un programa especial para los mejores talentos del país, impartido principalmente por Radek. Tomé parte en el mismo y tuve la oportunidad de aprender de él. Somos dos jugadores completamente diferentes con dos enfoques totalmente opuestos. Fue segundo de Anand, y después de eso pasó la barrera de los 2700 y se convirtió en un fanático de las aperturas. Pone mucha energía en analizar y memorizar variantes, mientras que yo no lo hago en absoluto. Pero también yo poseo algunas habilidades de las que él carece. Por ejemplo, es incapaz de tirarse un farol. Especialmente en la apertura. Nunca jugaría algo que no ha analizado antes al detalle, incluso en blitz, y yo creo que si fuese más valiente y tomara más riesgos, podría llegar a estar entre los mejores. Para competir con los diez mejores del mundo, tienes que ser capaz de jugar casi cualquier cosa, además de poseer un conocimiento muy amplio.
Para acabar, hemos oído que en 2017 ganaste un reality show en Polonia llamado ‘El Cerebro – Una Mente Brillante.’ ¿Qué puedes contarnos de esa experiencia?
Fue bastante estresante para mí, ya que no soy ningún showman ni tampoco me gusta especialmente salir en televisión, ¡y además era consciente de que todos mis amigos y profesores estarían observándome! Pero al final lo disfruté porque pude ganar. Los productores hablaron con mi madre, y al principio no fuimos conscientes de dónde me había metido. Pero cuando me enviaron un contrato de 20 páginas sobre el concurso que se celebraría en Varsovia, me dí cuenta de que se trataba de algo serio, ¡y también de que ya era tarde para dar marcha atrás! Pero creo que sirvió para promover el ajedrez. Es curioso cómo el estrés afecta a la mente, pues una parte del concurso era resolver diez mates en una jugada en un tiempo de 60 segundos, sin saber a quién le tocaba jugar. Todo ocurre en directo, así que en esos 60 segundos ¡puedes tenerlo todo o irte de vacío! En una de las posiciones busqué y busqué, ¡pero no podía encontrar el mate! Entré en estado de pánico y pensé: '¿qué diablos pasa? ¿Debería decirles que la posición está mal?’ Pero resultó que en este estado de shock, ¡había cambiado el color de una pieza en mi mente! Por suerte, al final me di cuenta y pude solucionarlo.
Fue una experiencia interesante, ya que este tipo de reality show muestra otro tipo de estrés superior al que se puede experimentar con el ajedrez. Y el hecho de competir con otros concursantes de un nivel equivalente a súper grandes maestros en sus diferentes especialidades fue un auténtico reto.