Kramnik y Kasparov: El fin de una era
La decisión de Vladimir Kramnik de abandonar el ajedrez profesional sacudió al mundo del ajedrez. Mucha gente tiene incluso una sensación de déjà vu. Efectivamente, hay una extraña similitud con cuando Garry Kasparov dejó el ajedrez hace 14 años.
Curiosamente, ambos genios del ajedrez perdieron su última partida como profesionales del mismo modo suicida:
Por supuesto, hay una gran diferencia entre estos dos eventos. Cuando Kasparov anunció su decisión de abandonar el ajedrez, ganó su último torneo y aún era el nº1 mundial, lo cual es muy distinto del caso de Kramnik.
Además, el anuncio de Kasparov fue una sorpresa total, mientras que Kramnik llevaba 5-6 años dejando caer que pronto dejaría el ajedrez profesional. Pero, aunque Kramnik nos preparó durante mucho tiempo para la llegada de ese día, sigue siendo una gran pérdida para el ajedrez.
Hay infinidad de libros y artículos sobre Kramnik, así que no voy a repetir hechos bien sabidos como cuándo nació o cuándo logró su título de gran maestro. En lugar de eso, quiero hablaros de cómo Kramnik ha influido en mi forma de jugar al ajedrez y por qué su decisión de abandonar el ajedrez profesional supone el fin de una era.
La primera vez que reparé en su nombre fue cuando vi la siguiente partida. Estaba buscando un arma contra 1.d4 que diera a las negras una posición de ataque y que, a diferencia de algunas aperturas, como la Defensa India de Rey, no requiriera memorizar demasiada teoría. El Gambito Budapest era uno de los candidatos que estaba considerando. Así fue como reparé en una partida publicada en una de las revistas soviéticas de ajedrez.
La idea de las negras de avanzar con una torre era relativamente nueva y toda la partida me causó una gran impresión. El nombre del futuro campeón mundial se me quedó grabado.
"¡Este niño juega muy bien!" pensé sobre Kramnik, que entonces tenía 12 años.
Pasados dos años, tuve la ocasión de enfrentarme a Kramnik sobre el tablero. Era un torneo clasificatorio para el campeonato juvenil europeo de ajedrez. Yo solo hice dos tablas y gané el torneo con facilidad.
De hecho, el mayor problema fue el de entrar en el torneo, pues el director del ajedrez soviético juvenil, Anatoli Bykhovsky, utilizó su táctica habitual y trató de excluirme del torneo alegando que "Serper no es un buen ajedrecista", a pesar de que yo había compartido el primer puesto en el Campeonato Mundial Juvenil el año anterior.
Seguramente no debería quejarme demasiado de la conducta de Bykhovsky, pues siempre que me tachaba de ajedrecista débil eso me daba una motivación adicional y yo daba un salto de nivel. Esta vez, tras ganar el torneo clasificatorio, gané con facilidad el Campeonato Juvenil Europeo 1,5 puntos por delante de mis rivales, entre los que estaban Topalov, Van Wely, Dreev y otras futuras estrellas del ajedrez.
Una de las dos tablas que hice en el torneo clasificatorio fue con Kramnik. Yo jugaba con las negras y opté por la Siciliana Dragón. A pesar de su corta edad, Vladimir jugó una línea posicional muy tranquila en la que las blancas enrocan corto y, tras algunas maniobras, acordamos tablas. Por desgracia no puedo encontrar esta partida en ninguna base de datos, pero recuerdo muy bien que el juego maduro de Kramnik me impresionó. Durante el post mortem, Kramnik me impresionó aun más. El modo en que pensaba sobre sus movimientos y la posición no me dejó ninguna duda de que estaba hablando con un enorme talento.
Jugamos otra partida dos años más tarde y de nuevo yo jugué con las negras. Era el Campeonato Soviético de jóvenes maestros sub 26. Fue una partida extraña, ¡pues solo duró 16 movimientos y hubo dos ofertas de tablas! Primero fue Kramnik quien me las ofreció en torno a la 12ª jugada, las cuales yo rechacé, pero muy pronto me di cuenta de que mi posición no era tan buena como yo pensaba, así que ofrecí tablas y él aceptó. Aquí está la partida:
Este torneo fue el primer gran éxito de Kramnik. Compartió el primer puesto y jugó unas cuantas partidas reseñables. Aquí tienes mi partida favorita de Kramnik, que me resultó tan interesante que me distrajo de la mía propia.
Durante un día de descanso Kramnik me enseñó un interesante concepto en la apertura Inglesa. No era una nueva jugada o variante, sino un concepto general de jugar cierto tipo de posición. En ese momento yo ya llevaba jugando la apertura Inglesa tres años y había estudiado un montón de libros sobre ella. Sin embargo, lo que Kramnik me mostró en apenas 10 minutos realmente me abrió los ojos. Muchos años después, su habilidad para crear nuevos conceptos de aperturas se convirtió en el distintivo de Kramnik. Para empezar, convirtió 1.Cf3 en una formidable arma de apertura, y después creó el Muro de Berlín.
La variante Berlinesa de la Ruy López se conocía desde hacía 100 años, así que Kramnik no inventó esta línea, por supuesto. Al igual que con la variante de la Apertura Inglesa que me mostró a mí, la Berlinesa de Kramnik no era ninguna línea concreta, sino que era más bien un concepto totalmente nuevo.
Tuve la suerte de poder poner en práctica la lección de Kramnik sobre la Apertura Inglesa en ese mismo torneo:
Más tarde gané muchas partidas en esta variante, incluida la que me ayudó a lograr mi primera norma de GM.
Gracias a su éxito en este torneo, invitaron a Kramnik a jugar para la selección soviética en el Campeonato Mundial por Equipos de Estudiantes de 1991, a pesar de que Vladimir aún iba a la escuela. Según el libro Прорыв (La Ruptura) escrito por Kramnik y Damsky en el 2000, el problema se solucionó fácilmente. El gobierno simplemente dio a Kramnik un carnet de estudiante falso. Según el libro, Kramnik no fue el único que jugó en ese torneo con un carnet falso y seguramente ese fue uno de los motivos por los que este torneo, que fue muy popular entre la década de los 60 y la de los 80, simplemente desapareció.
Mientras tanto, Kramnik empezó a jugar torneos abiertos en Europa. Estos torneos eran muy lucrativos para los ajedrecistas de la antigua Unión Soviética. Tras la caída del gran imperio, la economía estaba en tal estado que con menos de cien dólares en el bolsillo podías vivir como Rockefeller allí. Con el extravagante tipo de cambio del rublo, que se desplomaba, todo era tremendamente barato si pagabas con una divisa fuerte.
Recuerdo que Kramnik me preguntó si iba a jugar un torneo abierto en Gausdal. Le dije que, aunque me gustaba mucho ese torneo, en el que un año antes había logrado mi segunda norma de GM, por desgracia tenía que pasar por esta vez porque ya había planeado algo.
"¿Y tú?" pregunté a Kramnik.
"¿Estás de broma?" respondió. "¡El billete de ida y vuelta entre Moscú y Oslo son solo seis dólares!"
En ese torneo Kramnik produjo una bonita miniatura:
¡En la próxima entrega de este artículo veremos cómo un maestro de 17 años se convirtió en un verdadero monstruo del ajedrez!