Mis partidas favoritas de ajedrez clásico
Esta serie trata de las partidas clásicas que me afectaron profundamente en mi adolescencia (a los 15 años). En general eran partidas posicionales, pues para un niño que creció con el ajedrez y las combinaciones de ataque (de los 12 a los 14), las consideraciones estratégicas quedaban atrás y por lo tanto me resultaban ajenas.
Así que cuando terminé de estudiar las partidas de Anderssen, Morphy, Spielmann, Marshall, Alekhine y Tal, decidí echar un vistazo a ajedrecistas menos extremos y ampliar mis horizontes.
Las partidas que voy a compartir pueden o no ser obras maestras; el criterio de selección es que me enseñaron una o varias lecciones importantísimas que me convirtieron en un jugador completo y mucho más fuerte. Espero que estas partidas os enseñen las mismas lecciones, mejoren vuestras nociones posicionales y os ayuden a llegar a ser mejores ajedrecistas.
La siguiente partida es algo que vi por primera vez en mi adolescencia. He de reconocer que analizar esta partida fue como un tortazo en la cara que cambió totalmente mi forma de ver los peones pasados. No solo me enseñó a bloquear un peón pasado enemigo o a retener ese bloqueo, sino que también me enseñó lo que debería hacer la parte que tiene el peón pasado.
Estos son los primeros movimientos:
En general, el bloqueo debería hacerlo un caballo:
Volvamos a nuestra partida. Las negras tratarán de detener al peón de d5 colocando un caballo en d6 mientras que las blancas intentarán frenar el bloqueo.
Como puedes ver, un peón pasado en la 6ª o 7ª fila puede ser tremendamente fuerte. Sin embargo, si lo bloqueas en la 5ª fila puedes, en muchos casos, convertir el peón pasado en un lastre.